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agosto 27th, 2012Igualdad
Hubo una vez una joven muy bella que no tenía padres, sino una terrible madrastra con dos hijas muy feas. La madrastra la obligaba a hacer los trabajos más duros de la casa, y como sus vestidos estaban siempre manchados de ceniza, todos la llamaban cenicienta. Un día llegó el Gran Baile del Reino.
Hubo una vez tres jóvenes valientes y luchadoras, que se subieron a un barco, y llegaron a Londres, donde se disputaban los Juegos Olímpicos, para participar en la competición de Elliot 6m. Eran Tamara Echegoven, Sofía Toro y Ángela Pumariega.
Llegó el día del baile para Cenicienta y la madrastra no le dejaba ir, pero de repente apareció un hada, que con una varita mágica la colmó de un elegante vestido y una carroza que la llevó al baile. Pero llegaron las doce y Cenicienta tuvo que abandonar apresuradamente el baile, olvidándose un zapato. El príncipe mandó recorrer todo el Reino para encontrar a la joven portadora de ese zapato, y finalmente la encontró. Era la bella cenicienta, que se casó con el príncipe y vivieron felices para siempre.
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